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¿Qué le pasa a España con el Bocuse d’Or?
Enric Ribera Gabandé ¿Qué le pasa a España con el Bocuse d’Or?, me ha preguntado, inocentemente, un amigo. O quizás con mala intención… Quién sabe. Pero si somos los mejores del mundo en la cocina de restauración. Nadie nos pasa la mano por la cara. Tenemos a 4 restaurantes entre los 10 mejores del Planeta en la lista Restaurant. Siempre somos el punto referencial de este sector, ¿cómo lo debo entender? ¿Qué misterio envuelve a este desaguisado?, me continúa preguntando el improvisado periodista. Le respondo, no lo sé, aunque no deja de tener mucho fundamento sus interrogantes, amigo Rodríguez.
Puede ser fruto de la mala suerte; de las circunstancias de adaptación a las bases del premio; de no entender la filosofía de éste; o de que la restauración no está que se sale como a algunos les parece que es así. No pretendo poner en duda nada, sino de buscar explicaciones de base donde sostener la justificación de la paupérrima decepción que año sí, año también, le toca vivir a la embajada española presente en el Bocuse d’Or.
En la edición de este año, que ha conquistado el francés Thibaut Ruggeri de la Maison Lenôtre de París, Evarist Miralles, que ganó en España el campeonato de cocineros, no logró pasar la prueba y por lo tanto no fue seleccionado para la gran final, alegando, éste, que el horno y el fogón no funcionaban bien. La organización, tras presentar el chef español la pertinente reclamación, le propuso ir a la gran final como invitado, hecho que éste, por honrilla, declinó la invitación.
Miralles y todo su equipo asesor capitaneado por Paco Roncero, en el que también figuraban “espadas” de primer cartel de la cocina de nuestro país como Ricard Camarena, Carlos Monsonis, Paco Torreblanca, Quique Dacosta y Pedro Subijana mostraron su pertinente disgusto.
¡El Bocuse d’Or está lejos, pero no es imposible!
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