Las "marujas" y los chistes de Karlos Arguiñano
Enric Ribera Gabandé
El micotoxicólogo de la UCI del Hospital de Navarra, José Elizalde, tiró un dardo envenenado durante su intervención en la ponencia que desarrolló en el III Congreso Internacional Gastronomía y Salud celebrado en Pamplona bajo el título "Peligros asociados a la ingesta de setas". Lo dirigió a su predecesor en el turno de intervenciones, Karlos Arguiñano, que fue homenajeado por el evento con la distinción de "Pamplona de Gastronomía 2008". Las aseveraciones del médico no tienen desperdicio: "para triunfar en un congreso tan sólo es necesario contar 20 chistes". Se refería a que Arguiñano –durante el homenaje- se terció a contar unos chistes y una parte del auditorio se lo pasó en grande. Otra, por el contrario, le daba lastima la bajeza en la que se mueve el comunicador a nivel profesional para tener éxito en la vida, y por supuesto en TV.
El cocinero vasco desveló que el secreto de su dilatada continuidad delante de las cámaras está en que en la pequeña pantalla o diviertes o aburres: "yo esto lo tengo muy claro", apostilló.
El tema en cuestión contrasta con lo que piensan otros cocineros españoles –no envidiosos de su éxito, o quizás sí- que afirman que los programas de Arguiñano están pensados y realizados para las "marujas" españolas. Quién sabe si van premeditadamente destinados a este segmento de público. Pero, como yo, piensan muchos más que el nivel cultural e intelectual del programa de Karlos Arquiñano es muy bajo, muy chabacano, y se adentra en el pabellón de lo más basto. No obstante, haciendo ejercicio de sinceridad, tiene éxito, mucho éxito. Ningún otro chef lo ha conseguido en la historia de la gastronomía y los medios de comunicación de nuestro país.
Con sus chistes, sus recetas y agresividad televisiva encandila a los telespectadores de todas las cadenas de TV por las que ha pasado. Su "rico rico y con fundamento" es una especie de show de baja calidad que nada ayuda aumentar el prestigio que tiene actualmente la cocina española por el mundo.
Una parte de la sociedad española piensa que estos chistes deplorables, absurdos, malos e impresentables no tienen cabida en una clase didáctica de cocina medianamente seria que es la que disfruta este personaje en TV.
El circo debe ser representado en el circo. La cocina entre fogones, ollas y perolas. Pero, sobre todo con seriedad y orden. Las cosas de comer reivindican un respeto, aunque no están reñidas con que nos podamos divertir aprendiendo a cocinar.
Pero de esta manera, ¡no¡
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