La Alhambra, entre genes pícaros y latinos

Enric Ribera Gabandé

España es un país de panderetas, dicen algunos observadores de la evolución social. Es, para otros, un país de pícaros. La picaresca es una de las notas más dominantes de los latinos; lo dicen también los analistas de la evolución histórica española. Picaresca, panderetas y latinos parece que sean sinónimo cultural y cotidiano de los españoles. ¡Cuando el río suena, agua lleva!, reza el refrán, y la verdad sea dicha, muchos caudales de agua han emanado en los últimos siglos en España, siempre haciendo válida la metáfora.

Ahora se han roto las compuertas de un caudal pantanoso en el legado histórico musulmán de Granada, la Alhambra. Y se han roto con un escándalo fraudulento de grandes dimensiones sociales, económicas y políticas. Los cimientos del monumento más visitado de todas nuestras comunidades se han puesto a temblar con un fraude que se mueve entre el sainete y la película de robos, ya que tiene su ensayo de guión: un informe de 150 páginas encargado por el juez instructor y que ha supuesto dos años de trabajo.

La supuesta estafa alcanza los ocho millones de euros, unas 800.000 entradas falsas al recinto y medio centenar de imputados en el tema. Las taquillas, señala el informe, habrán impreso asimismo varios localizadores para un mismo pase, lo que multiplica el uso de éstos.

Pero, al margen de los actos delictivos, el más grave está –si cabe la calificación- en que la entrada diaria a la Alhambra es restringida por parte de su Patronato desde hace un tiempo por motivos de conservación a 8.500 visitantes por día, ya que el deterioro se manifiesta y corre cierto peligro su integridad.

Se desprende por si mismo que actitudes de este tipo son difíciles de entender en otros países allende de los nuestros. No es que éstos sean santos en el tema, ni estén inmunizados en la cuestión, pero casos como el "Alhambra" llevan intrínsecos genes muy nuestros, muy latinos.

¿A qué se deberá?

E.mail: riberaenric@telefonica.net


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