Amor eterno en El Bulli
El broker neoyorquino Jason Miller pide la mano de su novia, Hye Won Park. El anillo estaba en los postres
Cualquier noche en El Bulli salta la sorpresa. La madrugada del viernes día 3 de julio, un broker neoyorquino le pidió el matrimonio a su novia a la hora de los postres. La cincuentena de clientes rompieron en aplausos en cuanto descubrieron al financiero Jason Miller arrodillado a los pies de Hye Won Park, la novia, que esceneficó el sí, quiero con un intensísimo abrazo. Alguien debería escribir un libro sobre las otras historias del restaurante de Cala Montjoi, aunque formen parte del secreto de sumario.
La tarde del jueves, Juli Soler, el mejor jefe de sala del mundo, contaba a unos amigos llegados de Pamplona lo mal que lo pasó con la desaparición de aquel falso gurmet llamado Pascal Henry que nunca cubrió la ruta de los tres estrellas Michelin porque se quedó sin patrocionador. A partir de hoy celebrará la noche en que dos guapos norteamericanos decidieron casarse tras dar buena cuenta del menú 2009 de Ferran Adrià.
El pretendiente no tenía claro el modo en que mostraría la sortija, un brillante anclado en oro blanco. Después del mar de sensaciones que producen 30 platos, era lógico que estuviera aturdido. Y nervioso. La intuición de Lluís García, maestro en el control de un restaurante tan milimetrado como El Bulli, fue decisiva. El arcón de los postres escondió el tesoro para el momento en que Hye Won Park lo abriese. Junto a los dulces de Albert Adrià emergió el anillo. Miller se arrodilló y se multiplicaron las sensaciones.
¿Es posible que un hombre y una mujer que no se conocían hace un año acabasen declarándose tanto amor en la casa de Ferran Adrià una calurosa noche de julio? Sí. El experto en finanzas Miller explicó que en el invierno del 2007 asistió a una conferencia impartida por Adrià en Nueva York, la ciudad que se atrevió por primera vez a bautizarlo como el mejor cocinero del mundo. “Tengo que lograr como sea una mesa en El Bulli”, se propuso.
EL AÑO PASADO HIZO BINGO
El año pasado hizo bingo y consiguió el objetivo para las 20.30 horas del 2 de julio. Reservó mesa para dos sin saber quién le acompañaría. En primavera, el broker con domicilio en el selecto Upper West Side neoyorquino, acudió a la fiesta de unos amigos en el barrio de Brooklyn. Como si fuera un paréntesis de una novela de Paul Auster, allí conoció a una hermosa diseñadora de moda, de padres coreanos, y quedó cautivado. Hye Won Park vivía muy cerca de su apartamento.
Solo faltaba que llegasen las vacaciones y volar juntos a Barcelona para conducir dos horas hasta más allá de Roses, el municipio que este año por fin ha reconocido el gancho de Adrià dedicándole un gran cartel en la primera rotonda donde desemboca el tráfico que circula hasta el pueblo hoy inmortalizado por el mejor cocinero del mundo. Hay poblaciones que venden cascos antiguos y otras, genios del fuego.
“El Bulli es el mejor restaurante y Hey Won, la mejor mujer que he conocido”, explicó algo tímido pero explosivo Jason Miller. La pareja comenzó sus planes de boda, pero no han puesto fecha más allá de las Navidades. “Quiero ser madre de un niño”, anunció más entonada la novia, que no dejaba de contemplar el anillazo que le había regalado. Algunos expertos calculan su precio en unos 110.000 euros.
ORTIGUILLA Y SESO DE CONEJO
Esta cita tan especial estuvo precedida por una treintena de sensaciones sobre el mantel: cañas de mojito y caipirinha, aceitunas verdes esféricas, oreja de conejo frita con hierbas secas aromáticas, una rosa helada (a comer en tres bocados), moshi de gorgonzola, aire de helado parmesano con muesli, bocadillo de calabaza y almendra, hoja de ostra con rocío de vinagre, el judión con panceta Joselito,ortiguilla de mar y sesos de conejo, entre otros, condujeron al éxtasis nupcial de una pareja moderna llegada de Nueva York.
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