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Edición integra del libro Dios Baco no engaña
El volumen escrito por el periodista Enric Ribera muestra un didáctico y cultural trabajo sobre el mundo de los vinos Introducción
Dios Baco continúa siendo en estos tiempos contemporáneos y de modernización una referencia válida para los grandes amantes de la cultura vinícola y para todos aquellos que se inician en este campo.
La figura mitológica del vino puso de manifiesto que éste es y debe ser respetado, admirado, degustado y apreciado en su máxima expresión. Nunca debe entenderse al vino como una mera interpretación de alcoholismo y droga.
Es cierto que los abusos hacen daño y derivan hacia situaciones muy pocos recomendables. Pero también es cierto que el consumo moderado del alcohol es bueno y necesario en medidas de tacto prudencial.
El vino, en su gran expresión de la palabra, es alimento corporal e intelectual. Ha sido inspirador para grandes maestros de la literatura, la filosofía y la intelectualidad, que a través de él han desarrollado importantes obras que se han escrito con letras de oro en los diferentes campos y expresiones, y recogidos en los libros de la historia.
Este sencillo trabajo dedicado al dios Baco pretende poner de manifiesto actitudes positivas y negativas que surgen en el día a día en su entorno. Para ello he dedicado diferentes capítulos a temas denunciables, unos, y elogiables, otros. Pequeños “sorbos” literarios sobre el vino para que el lector los deguste uno a uno, sin crear lagunas técnicas e ininteligibles para los profanos.
Deseo que su lectura ayude a entender más el fascinante mundo del vino; éste que cada día está presente con más fuerza dentro de nuestra moderna sociedad.
El vino es un amigo, o por lo meno se debe de entenderle desde esta perspectiva. A través de estas páginas pretendo lograrlo, mediante una narrativa amena y también, porqué no decirlo, divertida.
De esta manera, incluyo temas sobre la importancia que tenía el vino en la cultura griega y su faceta de alimento espiritual que desarrollaba el intelecto de sus pensadores. También hacer especial mención a que al mundo del vino de sobra un poco de tontería, un capítulo a través del cual plasmo el que el mosto fermentado reivindica seriedad por parte de elaboradores y consumidores, huyendo de vocabularios y de expresiones poco serias.
Por su puesto que el concepto leigh es otro de los temas que razono, exponiendo de que hay que tratarlo tal como es, no desvirtuándolo.
A través de estas páginas se sientan las bases de que en la mesa el agua es para beberla y el vino para degustarlo. En temas de tapón sintético y corcho natural empleados en los cierres de las botellas, defiendo al corcho natural que no tiene que competir con un handicap tan importante como es el TCA (tricloroanisol), que es, entre otras cosas, el responsable de su desagradable sabor acorchado en ciertas ocasiones.
¿”Vinos de cultura”?
¿De qué se trata?
La cultura griega tenia en el vino un alimento espiritual que desarrollaba el intelecto
No se para quién, los "vinos de cultura" son los que reflejan la milenaria cultura del vino noble, y no sólo la potencia y la tecnología de la moda actual. La verdad es que me quedo exactamente en el mismo punto de incomprensión que antes. No se de que se trata esta cultura aplicada a los vinos, o mejor dicho esta frase tan poco definitoria, que poco o casi nada me dice.
Siempre he pensado que la cultura va ligada a todos los vinos desde tiempos inmemoriales. La cultura griega tenia en el vino un alimento espiritual que desarrollaba el intelecto. No menos lejos de ello quedó la clase noble o pudiente romana que en los primeros siglos de nuestra era tomaba unos imbebibles brebajes mezclados con miel y especies que llegaban a disfrazar los desequilibrios ocasionados por el ataque de las bacterias en los caldos que almacenaban o transportaban en tinajas, expuestos libremente a las "inclemencias" oxidativas del medio ambiente, y que los convertía en agresivos ácidos acéticos (vinagres).
¿Qué son "vinos de cultura"? Si los propios vinos, sean del Nuevo o del Viejo Mundo, son la misma esencia de la cultura. O, por que no emplear la terminología arte, que va más allá. Sí. Arte. Aunque no todos los vinos que se elaboran van sobrados de arte. A algunos les falta recorrer un cierto camino hasta la catalogación.
Ahora, los más esnobistas hablan con la boca llena de que las vides con las que se obtienen posteriormente los mostos se les debe repartir el vigor natural de sus cepas en un número relativamente grande de sarmientos largos, que favorecen los racimos pequeños, evitando los excesos de vigor que las podas demasiado cortas promueven. Esta es la definición de "vinos de cultura" para algunos entendidos en la materia.
Les respeto profundamente a los que piensan así, aunque para mí "Vino de cultura" es más bien el que en el color, olor y sabor de éste queden reflejados el pasado, el presente y, por que no decirlo, el futuro de un sector que trabaja incansablemente en cada una de las zonas productoras para y por la calidad de sus frutas y sus vinos, cuidando siempre de que la original personalidad de la uva no sea modificada ni un ápice, identificando, en éste, al mismo tiempo, a una tierra y a unos hombres que permanecen, muchas veces, en el anonimato.
Al mundo del vino le sobra
un poco de tontería
Las autoridades políticas creen en el papel que juega el sector del vino en España
"El mejor vino está por hacer". ¡Qué inteligente aseveración! ¿Quién la pueda acuñar? Naturalmente, una persona que, por encima de todo, destila inteligencia ¿Y quién está en condiciones de hacerlo en nuestro país en el mundo de la viticultura? Muchos bodegueros, enofilos y viticultores, entre otros.
Pablo Álvarez Mezquiriz, consejero delegado de la bodega española de mayor caché internacional, Bodegas Vega Sicilia, es un autorizado en el tema. El empresario valisoletano que vende sus vinos en 85 países del mundo (40%) de su limitada producción de unas 130 mil botellas al año a un precio de 120 euros, denuncia que entre los bodegueros hay bastante hojarasca, aunque también hay profesionales que han optado por el "oficio" como fórmula de éxito comercial, huyendo de la parafernalia huera y del "glamour" manido
También trata de desmitificar el mundo del vino, del que dice que "le sobra un poco de tontería", le falta algo de oficio y algunas dosis de autocrítica". Estas manifestaciones hechas al suplemento "Empresas" del periódico "El País", son muy reveladoras de lo que para algunos personajes del vino es aún hoy en día un tema de pandereta, folclore y diversión, y una falta de respeto a este producto vinícola.
Por el contrario, las autoridades políticas creen en el papel que juega el sector del vino en España, que han entendido el valor económico y de impulsor de algunas zonas que en otro momento apostaban sólo por el cereal como cultivo principal.
Esta claridad de ideas que manifiesta Álvarez resulta un icono para el sector, no solamente de aquí, si no de todo el mundo, ya que para enaltecer a éste hay que empezar a garantizar un respeto a todos sus principios, a todas sus reglas, y a toda su cultura desde la base y, por supuesto, a su argot, que dicho sea de paso, se está desmarchando de la ética.
Se impone -tal como apunta Álvarez- menos tontería y más coherencia.
El concepto “Leigh” no se debe identificar con el vino
Esta significación -dígase su contenido- representa el descender, como mínimo, un eslabón en el estado natural de presentación de un producto
Reza el tema en cuestión: "engordan menos, son más fáciles de compaginar con el miedo al carné por puntos y los peligros de la carretera, y su calidad puede ser excelente". Continua la noticia aparecida en el periódico La Razón, "puede que nunca consigan destronar a los grandes caldos, pero los vinos “Leigh” parece que han llegado dispuestos a quedarse y ocupar un hueco en el mercado".
Al igual que yo piensan muchos especialistas, enofilos y amantes de la cultura del vino que éstos nuncan van a destronar a los grandes vinos ni tan siquiera a los vinos de segmento medio, y si me apuran, ni a los propios vinos de mesa medianamente aceptables.
La significación “Leigh” -dígase su contenido- representa el descender, como mínimo, un eslabón en el estado natural de presentación de un producto. Es, lo quieran o no, mutilarlo en alguna de sus esencias básicas, sea alcohol, azúcar o otros componentes por los cuales son considerados tales.
Altos de la Ermita, un vino de la Denominación de Origen Jumilla, fruto de unas inclemencias del tiempo, de la solación y su estrés hídrico ha transportado a este vino(?) hasta el pabellón de lo “Leigh” como única salida a la partida de uva y debido a un "accidente" producido por el comportamiento climatológico que se sufre en los últimos años el sector viticultor de una manera casi generalizada.
El proceso de la naturaleza ha llevado a que esta bodega murciana lanzara un vino de 6,5 grados de alcohol, elaborado con Monastrell, Tempranillo y Petit Verdot. Aunque éste no es el único caso, ni mucho menos, ya que en otras zonas de Australia, California, Chile e Italia, vienen a ser caldos "habituales".
En España aún no se había planteado hasta ahora. Sin embargo, Bodegas Val-duero también han presentado un blanco de marca "9 Sobresaliente", con nueve grados y con un poco de azúcar, lo que le convierte -según sus promotores- en un vino con un 30% menos de calorías que uno clásico.
Quienes se han lanzado a este sector aclaran que en ningún momento se están adulterando con reacciones o procesos químicos diferentes a los habituales, aunque ciertas voces ya los han acusado de ser sucedáneos de los auténticos.
No puedo ni pensar ni aceptar que un mosto fermentado con un resultado final de un 6,5% o ni tan siquiera un 9% de volumen de alcohol, considerarlo vino, ni administrativamente ni enológicamente, ni éticamente: es, sin ninguna clase de dudas, un subproducto agrícola.
Los inventos o practicas que vengan a desvirtuar la esencia misma de la más sana e higiénica de las bebidas, según la definió el doctor Pasteur, es un atentado a los principios más básicos y elementales. Los promotores tienen la total libertad de continuar elaborando a éste, pero sin derecho a ser considerado un vino, ni estampar en sus etiquetas su nombre. Se me antoja que podría llevar el título genérico de "zumo de uva con alcohol natural".
Con ello, no quiero -en ninguna hipótesis- menospreciar el trabajo ni el producto que elaboran con el máximo cariño y profesionalidad algunas de estas bodegas. ¿Quién sabe si su producto puede ser un puente válido para que los jóvenes se vayan integrando con respeto desde el campo de las “birras” al mundo de los vinos.
Pero llamar vino a un mosto que tiene totales deficiencias de glicerinas básicas, que no ha llegado a superar el listón mínimo que se debe exigir a la uva, es otra cosa muy distinta, muy a pesar de los que creen lo contrario.
El agua es para beberla,
el vino para degustarlo
Entre plato y plato, el agua sacia la sed, y entre bocado y bocado, un sorbo de vino armoniza las viandas
Existe, aún hoy en día, la equivocada creencia que el vino es para beber. Se cree y se actua de la manera que el mosto fermentado es para saciar la sed. También, que en función de la graduación alcoholica y del cuerpo que atesore, es mejor o no tan bueno.
Claro, me apresuro a decir que este concepto de los vinos cada día existe menos entre la sociedad. Esta manera de pensar y actuar era clásica en una gran parte de la sociedad española, y en la de otros, hace ahora pues 25 o 30 años.
Pero, haberlos, haylos, aún hoy en día los consumidores, a pesar de los cursillos de iniciación en este mundo de los vinos para conocerlos mejor, de los libros editados, de las revistas que se publican, de los programas de radio y TV que se realizan y de un largo etc. Continúan existiendo los “autocondenados” a ser profanos en la materia que no quieren saber, y por lo tanto ignoran que los vinos son para degustarlos, y el agua para beberla.
En una mesa culta y no obligatoriamente pedante, hay que saber distinguir entre vinos de una buena relación calidad-precio, y vinos que no son dignos de ser bebidos, o mejor dicho, degustados. Para ello, hay que iniciarse en este mundo, o si no, dejarse aconsejar por expertos en enología.
En la mesa, pienso, debe primar, por encima de todo, la calidad, y ésta no va siempre asociada a altos precios. Existen vinos muy bien elaborados, que no son prohibitivos, ni mucho menos. En el sano y culto consumo encontramos la buena relación calidad-precio que debe ser el criterio más válido para elegir una botella, tanto para el consumo en casa como en el restaurante.
Aunque no hay que olvidar, tal como apuntaba, que en la mesa deben convivir el agua y el vino. Entre plato y plato, el agua sacia la sed, y entre bocado y bocado, un sorbo de vino armoniza las viandas.
La amistad gastronómica de ambos es uno de los puntos importantes que deben hacer caminar a los enófilos hacia el sano consumo del vino. Y todo ello no encarece el presupuesto del consumidor, ya que más calidad se compensa con menos cantidad. Con esto, estimulamos el trabajo de los enólogos, y el de las empresas vinateras en esta premisa suprema de la calidad.
¿Tapón sintético?, ¡No, por favor!
El corcho natural no tiene que competir con un handicat tan importante como es el TCA (tricloroanisol), que es, entre otras cosas, el responsable del desagradable sabor acorchado en el vino
El dilema es, ¿tapón sintético o corcho natural? Y la respuesta, creo, es unanime. Todos están de acuerdo en que el corcho natural no tiene discusión. Por muchas razones y argumentos de peso en los que coinciden, prácticamente, la gran mayoría. Veámos. Los 200 años de hegemonía del corcho natural no se pueden desbancar de un plumazo, ya que sí éstos fueran de dudoso servicio o perjudicasen en algo la estabilidad o conservación de los vinos, estoy seguro que ya se hubiera creado alternativas válidas.
El corcho natural no tiene que competir con un handicat tan importante como es el TCA (tricloroanisol), que es, entre otras cosas, el responsable del desagradable sabor acorchado en el vino. Tampoco tiene que hacerlo con el tapón de plástico, que añade sabores no agradables al vino, ya que este material deriva del petróleo.
El de silicona, que aparentemente podría parecer perfecto, tampoco lo es, por el mismo motivo que los anteriores: se conocen, estos corchos, como de silicona pero están confeccionados con derivados del petróleo.
Los vinos embotellados con cierre de tapón sintético crean problemas serios de reducción y de componentes sulfurosos. Alan Limmer, doctor en químicas y enólogo de Nueva Zelanda, apunta que los sintéticos llevan ya cuatro o cinco años desde su lanzamiento, y nadie los defiende, ni tan siquiera para embotellar vinos jóvenes y de rápido consumo.
Por el contrario, los naturales afrocen una garantía de seguridad añadiada, y una casi perfecta inocuidad. El corcho natural es un producto seguro. Esto, pienso, nadie lo discute. Sus condiciones de levedad, al pesar tan sólo 0,16 gr. por centimetro cúbico (contiene un 90% de gas) ; al ser flexible, elástico y compresible (gracias a los 40 millones de células por cm3 que hacen que se adapte perfectamente al cuello de la botella), garantizan, por un lado, la estanqueidad del líquido contenido, y por otro, la perfecta estabilización de éste.
La impermeabilidad del natural viene dada por la suberina y la cerina, lo que permite salvaguardar al vino de los atáques externos así como también su incorruptibilidad, evita la oxidación producida por la humedad. Por otra parte, el corcho natural representa, como ningún otro tipo de cierre, el mayor respeto hacia la naturaleza. El corcho es una materia que se extrae sin dañar el árbol. Sus espesos bosques, los alcornocales, son refugio de numerosa flora y fauna. El corcho fija el doble de su peso en CO2.
Por lo tanto el dilema se decanta, mayoritariamente, a favor del corcho natural. De momento, el sintético tiene que esperar o debe que tener otras procedencias que no sean los derivados del petróleo. Vino y petróleo no tienen parengón, son totalmente antagónicos. Uno con el otro se llegan a pegar auténticas bofetas organolépticas.
Las administraciones internacionales están en contra del consumo moderado de alcohol
La política que llevan a cabo algunas instituciones internacionales parece que está de espaldas a la realidad del progreso
Apunta a que se vive pensando en el pasado, como si el progreso, los estudios de investigación, y las conclusiones a las que llegan prestigiosas universidades del mundo, no merecieran ninguna credibilidad, ni fueran materia para aplicarla en la sociedad. Sin ir más lejos, la OMS (Organización Mundial de la Salud) no acepta que el alcohol tomado con moderación sea bueno para la salud, ni se detiene en valorar que los países que lo toman en pequeñas dosis tienen más prespectivas de vida. No son fabulaciones ni aseveraciones sin contenido, sino todo lo contrario. Que se lo pregunten a la Universidad de Illinois, que ha llegado a esta conclusión después de unos dilatados estudios, donde dice que los polifenoles que contiene el vino tinto actuan como anticancerigenos.
Pero el vino no es el único tema “tabú” de la Administración Internacional. Ahora es la U.E. la que se niega a que figure en el catálogo de comestibles funcionales -que permanentemente actualiza- , el aceite de oliva. ¡Qué barbaridad!
Pienso que todos o casi todos los nutrologos y especialistas en la temática están de acuerdo en que, como casi todas los cosas, su consumo moderado es bueno, o mejor dicho, muy bueno para la lubrificación de la sangre, entre otras funciones, siendo al mismo tiempo -el aceite de oliva- un alimento que no incentiva la “novedosa” y maligna grasa “trans”, acentuando, al mismo tiempo, el desarrollo del colecterol bueno en la sangre, como lubrificador de ésta.
Está claro y demostrado que las administraciones internacionales siguen, en algunas materias, como lo hace la Iglesia, caminos desfasados con la realidad actual, lo que quiere decir que la puesta al día es una asignatura que aún la tienen pendiente de aprobación.
¿Será más rentable producir en España frutas tropicales en lugar de vino?
Las previsiones apuntan hasta la introducción de la variedad Merlot en algunos puntos de Alemania, y la Syrah en zonas frescas de Francia
El calentamiento global, en el mundo del vino, está desembocando hacia la configuración vegetativa de un nuevo mapa viticultor en Europa. Zonas, como por ejemplo, la Champagne con temperaturas demasiado bajas durante el invierno para obtener el ideal rendimiento que pueden ofrecer en un clima más benigno las variedades Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Menier, especialmente en glicerínica, cada vez más se convierten en puntos ideales para elaborar el mítico y mundialmente conocido burbujeante vino de matices dorados.
El desplazamiento, como es lógico, tiende a reorientar el mejor hábitat para la viña de sur a norte -hemisferio norte-, con lo que algunas zonas que hasta ahora producían vinos de calidad dejarán de tener las condiciones climáticas adecuadas para hacerlo. Por el contrario, otras en las que jamás ha habido vid, podrán comenzar a cultivarla, según apuntan expertos del sector.
De ello se deduce -inequivocadamente- que el mapa vinícola se está replanteando. Cambiarán las variedades en casi todas las zonas. En regiones frescas, que ahora solo producían vinos blancos porque los tintos no maduraban, se podrán cultivar variedades tintas.
Las previsiones apuntan hasta la introducción de la variedad Merlot en algunos puntos de Alemania, y la Syrah en zonas frescas de Francia. El calentamiento desplazará los límites septentrionales de cultivo de la vid entre diez y treinta kilómetros por década. Una velocidad que se duplicará -según las previsiones- entre el 2010 y el 2050.
El hábitat viticultor del sur de Europa, empezando por las islas Canarias, con ello, se irá desplazando lentamente -quién sabe si más aceleradamente- hacia el norte como un tornado que no vuelve nunca sobre sus pasos. A España le toca -como zona más caliente de Europa- adaptarse a variedades que se aclimatan mejor a temperaturas más calientes, o replantearse el segmento productivo de vinos para el futuro.
¿Quién sabe si dentro de dos o tres décadas no será más rentable en España producir frutas tropicales como mango, papaya o maracuyá ?
Está por ver.
D.O. Catalunya vs D.O. Penedès
Es evidente que el mercado del vino no resulta nada fácil para los caldos catalanes, en un contexto tan competitivo como el español
Parece que sea una competencia, no se si desleal o no, pero esto sí, dentro de casa. Hay empresarios del mundo del vino que estiran el carro hacia su establo, olvidándose que su propio interés también rima con otro que han compartido intereses a lo largo y ancho de muchos años. Se trata de partírse el corazón en dos amores, o simplemente decidirse por uno para siempre: D.O. Penedès o D.O. Catalunya.
Lo cierto de todo ello es que la D.O. Catalunya desde que se constituyó, por decreto en 1999, ha duplicado sus ventas en cuatro años, en deprimento de la Penedès, que ha experimentado una disminución del 20% a favor de la primera.
Para facilitar que las empresas de la zona pudieran ampliar su producción más allá de las fronteras del Penedès, se pensó en la nueva D.O., y muchos vinos cambiaron de etiqueta en los últimos años pensando en que en los mercados internacionales la imagen de los vinos del Penedès es de menor calidad: se identifica más con vinos espumosos de cava.
Otros no se mueven ni un ápice del lugar que han ocupado en su dilatado historial vitivinícola ya que de esta manera se hace un Penedès mucho más selecto, de mucha nás calidad en sus vinos.
El INCAVI (Institut Català de la Vinya i el Vi) a través de su director asegura que la bajada sufrida por el Penedès se debe al traspaso de ventas a la D.O. Catalunya, y no se pierde nada en el invite, ya que al final las cifras finales salen a la par o con un cierto crecimiento global.
Josep Ribes, director de la D.O. Penedès, coincide en en el hecho de que es bueno para los vinos que representa. No obstante, la opinión bastante generalizada en la comunidad catalana es que las nuevas siglas vinícolas son bastante desconocidas, aunque han encontrado un hueco en los mercados exteriores, mientras Penedès vende mejor en el interior.
Es evidente, también, que el mercado del vino no resulta nada fácil para los caldos catalanes, en un contexto tan competitivo como el español, donde la producción del Penedès se las tiene que ver con potentísimas denominaciones de origen como Ribera del Duero y la Rioja.
¡Vámos a ver quién al final se lleva el gato al agua, o quién consigue salirse con la suya!
Todo está por ver.
Vinos de anarquía y desmesurada chaptalización
El Beaujolais no se sostiene por si sólo ni como vino peleón ni tan sólo como vino de mesa
Decía en un artículo publicado en Vinealis que el Beaujolais es una cola sin azúcar y dotado de alcohol. Me refería con ello a la escasa calidad de este vino joven y de un "agresivo" marketing que los viticultores y comerciantes de esta zona le brindan año tras año cuando se aproxima el tercer jueves del mes de noviembre.
Estoy seguro que mi aseveración puede escandalizar a alguien, pero los hechos que avalan su elaboración derivan inexcusablemente hacia mi tesis. El Beaujolais no se sostiene por si sólo ni como vino peleón ni tan sólo como vino de mesa, a excepción de alguno que se salva de la "quema".
En su manifiesta juventud no triunfan los valores frutales -practicamente no existen-, y no tienen alcohol natural suficiente para ser considerados vinos. Año si, año también, tienen los bodegueros que chaptalizar.
El Beaujolais no debería tener sitio entre los variopintos vinos mundiales. Ni entre los definidos grupos de caldos jóvenes, frescos o peleones. Es -para mi- una "bebida", ya que no reúne el perfil mínimo para ser considerado un vino. Déjenme, no obstante, que salve a algunos Beajolais que muestran algo más de benevolencia organoléptica.
Ahora, la Justicia francesa hecha más "leña" al fuego de los vinos borgoñeses al abrir una investigación sobre un supuesto tráfico de azúcares destinado a la chaptalización de este vino, que en su "debe" y en su mala reputación padece la degradada fama de primar la cantidad por encima de la calidad… de la más mínima calidad.
Según fuentes del rotatito "Le Monde", entre 2004 y 2006 más de 600 toneladas de azúcar se trasegaron de manera clandestina a esta región situada al norte de Lyon, zona que cuenta con 3.200 viñedos y que tiene administradas 12 denominaciones de origen.
El causante de este desagravio a la ética y a las buenas practicas elaboradoras se apunta a que es un hombre de la tercera edad, antiguo empleado de una empresa de material agrícola y a la vez buen conocedor de la región, que abasteció desde 1988 a los viticultores.
Tiene delito el tema, pero no es el único punible, por que además de la anarquía y desmesurada chaptalización también existe una obsesiva practica por producir hectolitros y más hectolitros de vino de muy mala relación producto/precio sin prestar la más mínima atención a la calidad, rechazándola de facto.
El Beaujolis se me antoja que es un vino para festivales y no un vino joven, fresco y desenfadado, para sorprender gratamente en la mesa.
¿Los vinos de Europa se están rindiendo frente a los del Nuevo Mundo?
Algunos de preguntan si esta puerta abierta de par en par que ha dejado la U.E. a las prácticas no puede ser un paso atrás en la permanente reivindicación de supremacía de los vinos del Viejo Mundo frente a los del Nuevo.
Recuerdo como si fuera anteayer y de esto hace varios años, cuando siendo invitado a formar parte del jurado internacional de la Coupe du Ven 1999 de Burdeos que tenía que calificar los mejores vinos tintos de la appelacion Medoc, correspondiente a la cosecha 1995, escuché por primera vez la palabra oak chips o copeaux, refiriéndose a las virutas que algunos desaprensivos (¿) bodegueros empleaban en la práctica del envejecimiento de sus vinos.
En principio, tenía dudas sobre que significaba esta palabra de oak chips. Ignorante de mí, quise escarvar entre los periodistas franceses sobre de que manera se ejercian los chips en los vinos de esta zona. La respuesta fue bastante sorprendente aunque no del todo, debido a que la picaresca siempre ha existido en la vida, y por supuesto en el campo de la enología, como no puede ser de otra forma, también.
Oak chips o copeaux -en francés- es acelerar el proceso de oxidación maderil a través del vino, lo que es lo mismo, que un vino tinto, o no, según las variedades de uva con que este elaborado, pueda presentarse en el mercado con dos, tres o cuatro años de anticipación al que sería el ideal para cada categoría de producto. En pocas palabras, abaratar costes económicos de inmovilización de capital, y su consecuente transformación mucho más rápida del producto en dinero.
Entre bastidores, los periodistas -nunca los bodegueros- del anual certamen vinícola de Burdeos, se escandalizaban de esta rechazable práctica de algunos de sus vinateros. Entre críticas y rechazos a la labor de los chips, la Coupe del Medoc giró, aunque en la mente de muchos expertos del vino -no elaboradores- flotaba un hecho que se producía en una appelacion que se ha distinguido por sus buenas practicas, por su modélica actuación, que le ha llevado a disfrutar de un prestigio que ha cosechado internacionalmente a lo largo de siglos.
La moneda se ha girado a la inversa en Europa y lo que venía a ser un escándalo a finales del pasado siglo, ahora es una realidad autorizada en el viejo continente. Las autoridades europeas, contra todo pronóstico, han decidido dar luz verde al empleo de las virutas de roble -oak chips-, conjuntamente con un importante número más de otras técnicas en el campo elaborador de los vinos, despreciadas hasta ahora por tener su origen en el Nuevo Mundo, y por los interrogantes que les asocian los especialistas en enología a los metodos.
Durante mucho tiempo, la tradición en Europa ha rechazado absolutamente cualquier tipo de madera -roble- que no tuviera la forma de barrica o tino.
El sector vinatero italiano, desafiando la ortodoxia elaboradora de empresas con sistemas de trabajo tradicionales, consiguió forzar el cambio de reglamentación de la Unión Europea. Ahora, los chips ya son legales, y no se pueden perseguir: todo lo contrario, a lo mejor quién sabe si alguna denominación de origen no los incentiva o los prima. Vámos a ver que sucede.
Con esto, estoy seguro que conducirá hacia que los estilos vinateros, o mejor dicho, los perfiles organolépticos de muchos vinos españoles, italianos, alemanes y franceses, entre otros, a que sufran una metamorfosis en colores, olores y sabores.
Algunos de preguntan si esta puerta abierta de par en par que ha dejado la U.E. a las prácticas no puede ser un paso atrás en la permanente reivindicación de supremacía de los vinos del Viejo Mundo frente a los del Nuevo Mundo, que vienen empleando desde hace años los oak chips o copeaux. ¿Quién sabe sí Europa se está rindiendo a los píes de los vinateros de otros lares, como por ejemplo Sudáfrica, California, Australia, Chile, Argentina o Nueva Zelanda.
Lo cierto de todo, es que los cimientos de la industria vinatera se están moviendo. ¿Vámos a ver donde conduce todo esto? Tiempo al tiempo, que éste, da y quita la razón, infaliblemente.
El argot inversor Blue Chips en vinos
No es muy complicado invertir en vino, siempre y cuando se esté bien asesorado por expertos en la materia
Las turbulencias en el sistema inversor internacional lleva a que muchos adinerados con ansiedad inversora estén desorientados, después de que algunas fuentes innatas de goteo de dinero o de ganancias fáciles y rápidas se hayan ido al traste, por aquello de que los bancos dan hoy en día tan sólo limosna ganancial, y que las bolsas están sujetas cada vez más a un riesgo que no quieren aceptar. Este hecho, conduce a que el dinero inversor se reoriente hacia nuevos horizontes más fiables y más grasos, como por ejemplo el del vino.
Quienes compran el vino de calidad en origen pueden obtener -y de hecho, lo logran en muchos casos- un enorme beneficio con su venta posterior, siempre y cuando no caigan en la tentación de abrir la botella.
Un estudio de la empresa experta en inversiones de capital de vinos, la Fine Wine Fund, con sede en la capital británica, asegura que algunas de estas inversiones son más rentables que el índice Down Jones y a la vez presenta una volatilidad menor.
No es muy complicado invertir en vino, siempre y cuando se esté bien asesorado por expertos en la materia. Los principios que rigen para los vinos son los mismos que para el resto. Naturalmente, se debe informarse previamente sobre los precios de mercado, los tipos de cepas y la calidad de éstos, y siempre no perdiendo de vista los de crianza.
Generalmente, los vinos consiguen valor de ganancia transcurridos entre siete y diez años. Los conocedores del tema, aconsejan fijarse en la appellation Burdeos, y en botellas que se sitúan en la compra, entre los 75 y 300 euros por unidad, a poder ser de las cosechas 1982, 1986, 1990, 1996 y 2000. Estos vinos se conocen muy bien y con el paso del tiempo mejoran.
Como es normal en cualquier mercado inversor, la ley de la oferta y la demanda determina el precio, aunque las razones del alza es que cada vez hay más inversores que están descubriéndolos como forma de colocar el dinero. A los mejores vinos de las bodegas más prestigiosas se les conoce en el argot inversor como Blue Chips.
Es obvio que para llevar a cabo esta practica es necesario contar con una bodega propia en casa, dotada de una temperatura y humedad adecuadas, aunque a pesar de no disponer de ella, existen algunas empresas especializadas en este tipo de inversiones, que dicho sea también, llegan alcanzar un rendimiento neto del 2% mensual.
¡Una inversión muy rentable!
Viticultura del sur de Francia: metamorfosis, no terrorismo
El problema del vino de Francia es muy parecido al de nuestro país, que se produce en cantidades excesivas y que una gran parte de este vino es poco menos que mediocre
Las siglas CRAV (Comité Régional d'Action Vitícola) se han incorporado al mundo del vino, incluso podríamos decir que al del terrorismo, y esto forma parte de una desmesurada lectura de la realidad que ocurre en el sur de Francia, en la generosa región vitivinícola del Languedoc Rossillon. Se trata de un nuevo grupo de activistas centrado en esta zona francesa, que ha amenazado con respuestas violentas si desde el Estado no se presta de manera inmediata apoyo a los maltratados viticultores de la región. No son palabras vacías, si no todo lo contrario, ya que algunos edificios públicos han sufrido daños como consecuencia de bombas artesanas y han sido destruidos algunos camiones cisterna de vino importado de España.
El problema del vino de Francia es muy parecido al de nuestro país, que se produce en cantidades excesivas y que una gran parte de este vino es poco menos que mediocre, o peor que mediocre, según asevera el rotativo norteamericano The New York Times, en un artículo publicado recientemente.
La Unión Europea, para subsanar el grave problema que también viven otras regiones productoras de vino, gasta cada año 350 millones de euros en adquirir los excedentes de producción para transformarlos en etanol y en alcohol para desinfectar.
A este tema se suma el inquietante hecho de que las ventas de vinos del Nuevo Mundo en la Unión Europea han crecido a un ritmo del 10% anual desde hace más de diez años. Lo que significa que la "invasión" de vinos de California, Australia, Sudáfrica, Chile y Argentina, es un hecho imparable.
Algunos bodegueros dan como única respuesta sin paños calientes al sector del vino en Francia, con la solución de elaborar menos vino pero a la vez aumentar la calidad de éste, en lugar de poner artefactos de fabricación casera que no conducen a ningún buen puerto vinícola.
No se debe olvidar, que en Francia el sector del vino está entrando en una fase crucial; la tradicional hegemonía francesa, con independencia del nicho de mercado de Burdeos y Borgoña, está languideciendo: es más difícil que nunca obtener mediante la elaboración de vino en Francia unos ingresos siquiera para vivir modestamente.
El violinista en la viña
Nadie, ni el más iluso de los mortales le puede dar un mínimo crédito a esta payasada que se ha dado a conocer en Wurzburgo
¡Lo que faltaba para el duro! Cántame una canción y yo te elaboro un buen vino. O, mejor, instrumenta con un violín una pieza musical, y convierto las uvas en mágicas, en uvas para obtener los mejores vinos. Esto es lo que podría decir, en el supuesto, una plantación de viña si hablara. ¡Qué barbariedad¡ Seámos serios o por el contrario rompamos la baraja. No hay nadie que aguante estas subnormalidades (con perdón por la expresión grosera de la palabra). Pero quién en sus cabales se puede creer o aceptar como algo factible científicamente de que un violinista toca en un viñedo de Alemania para conseguir mejores vinos.
Yo creo que nadie, ni el más iluso de los mortales le puede dar un mínimo crédito a esta payasada que se ha dado a conocer en Wurzburgo, procedente del viñedo más antiguo de Alemania que data, presumiblemente, del siglo VI. El presidente de la bodega, Michael Jansen, ha contratado a un famoso violinista, Florian Meierott, para que recorra con su instrumento de cuerda las venerables vides de su finca alemana situadas sobre la ladera de una montaña, interpretando piezas de compositores universales de todos los tiempos como Mozart, Bach, Beethoven o Elgar.
Para justificar su disparate viticultor, el “violinista en la viña” dijo que: “mucha gente habla con sus plantas para que crezcan mejor. Yo les toco música”. Meierott ha llevado a cabo una gira por Japón donde dice haber recibido pedidos para sus insólitos “vinos blancos con nota musical”.
El músico está convencido que un “concierto para violín en “la mayor” de Mozart o alguna partitura de Bach, tienen un efecto positivo sobre el vino”. De las justificaciones de Meierott no creo que haya ningún técnico en viticultura y enología en el mundo que le dé el más mínimo respaldo a sus conciertos entre viñas y para las viñas para que se “esmeren” en producir uvas más nobles y de más calidad.
En el pabellón de lo insostenible se encuentra Jürgen Fröhlich, microbiólogo e investigador en enología de la Universidad de Maguncia (situada en el oeste de Alemania), que asegura que es difícil probar esto científicamente. La idea, afirma, es muy esotérica, pero vale la pena experimentarla y catarla. Apostilla: “es más bien una cuestión mística”. Michael Jansen, de la empresa vinatera de Wurzburgo, filosofó diciendo:”sí la música clásica es buena para los seres humanos, también puede serlo seguramente para las plantas” (¿).
Después de esta acción original y de poco fundado valor en markting, el vinatero alemán lanzó al mercado las primeras 10.000 botellas de esta edición especial de la variedad sylvaner con la imagen del violinista Meierott en la etiqueta.
¡Vámos a ver cuántos pican en el anzuelo vinatero! Yo creo, que sí este invento se ofrece a mercados serios en la temática de la viticultura no venderá ni una escoba, como se dice vulgarmente. Ni los más folcloristas, esnobistas y estrabagantes, pienso, creen en estos “inventos con gaseosa”.
Robert Parker, ¡mitos fuera!
Todos somos en cierta manera responsables de la idiolatricación internacional de Parker, aunque yo, a fuerza de ser sincero, no tanto
A mí que no me vengan con historias del “gurú” Robert Parker. Yo quiero ser yo mismo, no que me diriga un experto que sabe mucho del vino, pero nada más. Nadie discute que tiene sus particulares criteros, sus valoraciones orgonolépticas y de cata de los vinos, y que ofrece prefijados criterios en función de sus preferencias vínicolas o de negocio.
Con ello, no pretendo desmitificar a Parker, ni poner en duda sus amplios conocimientos en esta materia, pero si sostenerme en su descabalgamiento como “dios” del vino. No hay “dioses” vivientes, hay profesionales que tienen su criterio, su teoría, su ángulo de valoración de los caldos. Aunque frente a estos, deben prevalecer los propios, los que uno sabe sacar de cada uno de los vinos que se le presentan en la mesa.
Es sabido que contra gustos no hay nada escrito, aunque se han escrito opiniones personales muy interesantes en vinicultura que uno puede estar de acuerdo con ellas o no. A mí, por ejemplo, me gusta un vino tinto (jóven) que a pesar de que haya permanecido un tiempo en barrica manifieste las excelencias de la fruta, sin olvidarme de los tanínos. Por el contrario, Parker, según deduzco de sus conclusiones, enaltece los que manifiestan una excelsa estructura a pesar de ser jóvenes. No comulgo con esta opinión, y no por ello no quiero decir que a lo mejor no tenga razón. Pero ¿Qué razón?, si al fondo del tema cada uno tiene su razón, su opinión y su verdad.
En Fenavin, según recoge Vinealis, voces muy autorizadas de la temática del vino a nivel internacional han hecho una apología desmitificadora en la línea de los “vinos tintos “parkeritas” de mucha concentración que no dejan ver el fondo de la copa, impulsando una tendencia hacia la creación de vinos imbebibles”, según puso de manifiesto en su intervención el prestigioso periodista norteamericano Gerry Dawes, uno de los participantes en la mesa redona “Presente y futuro de los vinos españoles en los mercados tradicionales”.
Todos somos en cierta manera responsables de la idiolatricación internacional de Parker, aunque yo, a fuerza de ser sincero, no tanto, por que no es que pretenda ser pedante con ello, ni mucho menos, si no que pienso que tengo critero propio (como todos lo tienen), y por encima de todo, unos perfíles de sabor personal que no los dejo manipular a nadie.
Pienso que detrás de Parker, funciona un esquema de negocio, de hacer dinero fácil y “jugar” con el sentimiento y el trabajo cotidiano de muchos bodegeros, empresarios, vinaterios e industriales del mundo del vino que se someten a su critero para alzarse hasta los altares o esperar pisando la tierra una nueva oportunidad dictada por el “mago” norteamericano.
¡Mitos fuera!
El consumo de vino tinto puede reducir el cáncer de próstata
Los investigadores especularon con que la razón era química y podría estar ligada a sustancias como los flavonoides
Los bebedores de vino tinto ya pueden brindar, puesto que un estudio exalta otro beneficio de esta bebida: un vaso al día puede prevenir el cáncer de próstata.
Un estudio del Centro de Investigación sobre Cáncer Fred Hutchinson de Seattle halló que el consumo de entre cuatro y siete vasos de vino a la semana reducía las posibilidades de sufrir cáncer de próstata a la mitad. En concreto, los varones que bebían vino tuvieron un 52 por ciento menos de probabilidad de padecer la enfermedad de los que no consumían vino.
El informe, que fue publicado en junio de 2007 en la publicación Harvard Men's Health Watch, está basado en un pequeño estudio que examina los factores de riesgo en 1.456 hombres de entre 40 y 64 años, incluido el consumo de alcohol.
"Los primeros resultados parecían similares a los hallados en muchos estudios anteriores; no había relación entre el consumo y el riesgo", dijeron investigadores en un comunicado.
"Pero los científicos dieron un paso más allá evaluando cada tipo de bebida alcohólica independientemente. Aquí las noticias fueron sorprendentes; beber vino estaba ligado a un riesgo reducido de cáncer de próstata", añadieron.
El vino blanco tenía menos beneficios que el tinto, incluso con menos cantidades.
Pero, por contra, quienes consumen gran cantidad de cervezas, 35 o más a la semana durante ochos años o más, tienen un mayor riesgo de contraer cáncer de próstata.
Los resultados además confirmaron otros estudios que dicen que el riesgo es mayor entre los hombres con una historia familiar de la enfermedad, que son obesos, fumadores o afroamericanos.
Los investigadores especularon con que la razón era química y podría estar ligada a sustancias como los flavonoides, que están ausentes en otras bebidas alcohólicas.
"Estos componentes tienen propiedades antioxidantes, y algunos aparecen para contrarrestar los andrógenos, las hormonas masculinas que estimulan la próstata", dijo el informe, añadiendo que es un estudio demasiado precoz como para justificar el consumo de vino tinto.
Pero el estudio sigue una cadena de hallazgos de que beber vino con moderación puede tener beneficios saludables.
Un estudio holandés halló que beber una pequeña cantidad de vino puede alargar la esperanza de vida de los hombres en unos años, mientras que un estudio estadounidense encontró que el vino tinto puede proteger el cerebro de daños después de un infarto.
Sin embargo, muchos médicos están poco dispuestos a recomendar beber alcohol, temiendo que los pacientes puedan asumir que si un poco es bueno, mucho será mejor.
El agresivo marketing del Beaujolais
Un vino que no deja de ser un elaborado de mesa, un tinto joven y peleón, fruto de una excelente acción de marketing
Hay que ver como los más ingeniosos del lugar han ideado un producto de mercado para revolucionarlo y a la vez crear un icono mundial. Si se trata de marketing aplicado a la gastronomía y a los vinos, la ventaja la llevan siempre los franceses. No hay duda al respecto.
Una zona eminentemente productora de vinos, algunos de ellos de calidad en el segmento de los blancos y también los tintos, como es Borgoña, y donde una gran parte de éstos no tienen la garantía suficiente para competir en el difícil sector internacional, surge aquí un prototipo de vino que irrumpe mundialmente el tercer jueves del mes de noviembre de cada año con su esperada y ansiada llegada. Se trata del beaujolais, un vino que yo lo defino como una "cola" sin gas y sin azúcar. Un vino que no deja de ser un elaborado de mesa, un tinto joven y peleón, fruto de una excelente acción de marketing que crearon hace muchos años los vinateros de la región de la Borgoña.
La expectativa es, en el mes de noviembre, todo un acontecimiento internacional, que llama la atención a restauradores, a comerciantes del vino y a la sociedad. Todo ello, con el prisma de ser un boom que ha hecho que estos vinos de batalla se lleguen a vender a unos precios equiparables a buenos reservas de bodegas españoles, franceses y del Nuevo Mundo.
Esta visto y comprobado que el consumidor compra lo que el vinatero quiere. Esto sí, siempre bajo el prisma de un inteligente y agresivo marketing.
Vinos “envenenados”
El vino barato adulterado, blanco y tinto, se vende a un precio casi simbólico, entre 70 céntimos y 2 euros el litro
No. No. No…Señores bodegueros italianos. No a la practica de “envenenar” el vino. Aunque sea la mafia el que lo haga. De ninguna manera se puede aceptar esta acción. La Comisión Europea ha pedido informaciones sobre el nuevo escándalo alimentario denunciado desde el semanario Expresso, según el cual al menos 70 millones de litros de vino de bajo coste, presentes en supermercados de todo el país en botellas y envases de tretrabrik, contienen solo una quinta parte de vino real. El resto, han revelado los análisis, consiste en una mezcla peligrosa de agua, azúcar y sustancias químicas que contienen fertilizantes cancerígenos y ácido clorhídrico y sulfúrico.
¡Qué barbaridad! Como puede pasar por la cabeza de personas medianamente sensatas el llevar a cabo una acción delictiva de este calibre. Es atentar contra la salud de los consumidores, de los honestos consumidores que pagan religiosamente el precio de una botella de vino.
La primera pista para detectar este fraude (con letras mayúsculas) partió de una bodega de Veronella, cerca de Verona, que hace 22 años fue responsable de una intoxicación por mentol que dejó ciegas a 15 personas. El dueño ha sido detenido -como no podía ser de otra manera- y acusado de manipular alimentos con riesgo para la salud.
Los análisis realizados al líquido intervenido mostraron que contenían entre un 20% y un 40% de vino, y que el resto es una mezcla explosiva y mortal de clorhídrico y sulfuro, utilizados para camuflar la presencia del azúcar. El vino barato adulterado, blanco y tinto, se vende a un precio casi simbólico, entre 70 céntimos y 2 euros el litro. En ello, hay 20 empresas implicadas, ocho del norte del país y el resto de Puglia y Sicilia. El sistema permitía ahorrarse a los productores un 90% del costo. La investigación llevada a cabo, ha desvelado la mayor manipulación alimentaria nunca descubierta en Italia, y es obra de la criminalidad organizada.
Pero no se termina aquí. La historia vinícola italiana tiene más fraude. Uno de los vinos más caros y famosos italianos, el Brunello de Montalcino toscano, está también bajo sospecha, aunque el fraude parece de otro tipo. La Fiscalía de Siena ha ordenado redadas en cuatro bodegas distintas, y se ha incautado de cientos de botellas, principalmente de la añada 2003, por estar elaboradas con uvas diferentes de la original sangiovese.
Los investigadores aseguran que entre el 30% y el 40% del Brunello producido entre 2003 y 2007 por varios de los productores más importantes es falso. Los móviles del fraude son básicamente dos: que no hay tanta viña de sangiovese como para poder producir todo el Brunello que se vende (unos seis millones de botellas al año), y que los consumidores, sobre todo estadounidenses, prefieren una variante más dulce y suave.
Se impone mano dura con los delincuentes; que no hallen brecha para seguir atentando contra la salud pública de la sociedad, y sean detenidos y puestos a disposición de la Justicia, rindiendo ante ella cuentas de sus delictos.
Vilarnau pone en valor el enoturismo en Sant Sadurní d'Anoia
Se presenta como una manera de aprender la enología y la viticultura básica y practicar el turismo
El enoturismo ha irrumpido de una forma apabullante en la sociedad española en los últimos años, sirviendo para conjugar un turismo cultural y una manera muy inteligente de aproximarse al fascinante mundo de los vinos y a todo lo que envuelve la viña y los destilados. Un concepto novedoso de disfrutar de la sabia enseñanza de la enología y la viticultura.
Diferentes bodegas han puesto el píe en el acelerador en esta nueva concepción cultural, abriendo sus puertas de par en par a la sociedad comprometida con los buenos modales de saberlo catar.
La bodega Vilarnau, perteneciente a la jerezana empresa Gonzalez Byass, es una de las primeras en Cataluña en diseñar un producto de primera calidad en materia de enoturismo. Desde su finca y bodega situadas en Sant Sadurní d'Anoia y bajo la atenta mirada de uno de los símbolos más queridos por los catalanes, la montaña de Montserrat, que se divisa en el horizonte, cavas Vilarnau alterna el arte de la elaboración de uno de los mejores vinos espumosos de cava de España con este nuevo concepto del turismo.
El circuito brinda un paseo por el viñedo, por la zona de vinificación y por las cavas, recibiendo -los turistas- “clases” sobre la materia de la elaboración del mítico y dorado líquido espumoso de Vilarnau, reconocido -éste- en nuestro país y a nivel internacional. La visita finaliza en la sala de degustación, con una cata de sus cavas y vinos.
Con esta ampliación del proyecto enoturístico del grupo, González Byass vuelca en Vilarnau toda la experiencia de las bodegas Tío Pepe, que se han convertido en las más visitadas de Europa, con más de 240.000 visitantes al año. También ofrece la posibilidad de organizar catas especializadas y eventos o actividades de turismo activo en sus instalaciones.
La historia de Vilarnau tiene su punto de partida en 1948 cuando nace como una pequeña empresa dedicada a la producción de cavas y vinos de alto nivel. En 1982, la compañía se integra al grupo González Byass y durante los años 1990 y 1991 compra la actual finca, “Can Petit”. En 2005 se inauguró la nueva bodega, siendo una de las primeras de la zona en aplicar la viticultura de precisión, en la que se trata cada cepa de forma individual, obteniendo un equilibrio óptimo de hojas, racimos y necesidad de agua.
Elaborar vino ¿Ciencia o mágia?
Para l'enfant terrible, como se le apoda a Michel, la mejor imagen de esta íntima unión entre la tierra y el hombre, esta especie de feliz concupiscencia, se encuentra en la cuvée de un gran champagne
Dijo el Príncipe Michael de Kent que la elaboración de un gran vino no sólo es una ciencia sino también mágia. Los más reputados enólogos y elaboradores de vino que acudieron al encuentro de WineCreator en la malagueña ciudad de Ronda se las ingeniaron ante los malabaristas de las palabras, entre ellos periodistas del vino, sobre que es lo que hay que hacer para obtener unos excelentes vinos. Sin duda, desarrollar una mágica intimidad entre la tierra y el hombre. Una pareja de hecho que convive desde hace millones de años, sugirió Kent.
Sobre este congreso, la periodista Paz Ivison en la revista Sibaritas recogía de boca del esloveno Ales Kristancic unas aseveraciones vertidas durante el evento celebrado en la villa andaluza que son muy revaladoras del tema en cuestión, “los viticultores somos como cazadores, intentamos cobrar las piezas de la tierra, de la vid”. Frente a éstas, surgió las del francés Michel Bettane que no se mostraba muy de acuerdo, apuntando que “la calidad es una construcción humana”.
Para l'enfant terrible, como se le apoda a Michel, la mejor imagen de esta íntima unión entre la tierra y el hombre, esta especie de feliz concupiscencia, se encuentra en la cuvée de un gran champagne, que expresa el sentimiento de la tierra pero con la mano del hombre.
Entre los muchos temas debatidos en el congreso se abordó el de regar o no la viña. ¿Se debería plantar en tierras y climatologías secas? Al final, división de opiniones, como en los toros. No hubo manera de ponerse de acuerdo, aunque en algo comulgaron los expertos del mundo del vino: elaborar en lugares secos beneficia la calidad final de éste.
En los debates también le tocó el turno a los consumidores y sus gustos sobre la mesa. En algo coincidieron y es que son muy diferentes, y opinan de muy distinta manera sobre el vino, apostillando Joal B. Payne que se les está creando ansiedad: "un caldo tiene que ser parte de la comida, tiene que armonizar bien con ella, facilitar la digestión y ser divertido".
Y por encima de todo, que no agreda el bolsillo del enofilo.
El Vino del Mundo Gay
Me pregunto si los gays son de otro planeta
Pablo Álvarez, consejero delegado de la bodega española de mayor prestigio internacional, Vega Sicilia, manifestaba al rotativo El País que al mundo del vino le sobra un poco de tontería, le falta algo de oficio y algunas dosis de auto-critica. Justamente ahora se reafirma más este argumento con la salida al mercado de un nuevo vino que entra en el pabellón de las vastas pretensiones. Se trata del Vino del Mundo Gay. Un vino exclusivo para los gays.
Se presentó, como no podía ser de otra manera, en el barrio madrileño de Chueca, promovido por un grupo de blogueros del buen comer en Madrid que dicen llamarse Cucharete. La bodega encargada de llevar a la práctica este ingenioso vino ha sido Páramos de Guzmán, de Aranda de Duero. Con el nombre de Mundo Gay (por el artículo "21") se deja de lado a una corte de consumidores entre las mujeres y hombres que no se califican como homo y también a los que les gusta el blanco, al dar por hecho que el género gay prefiere el tempranillo de la Ribera del Duero.
Me pregunto si los gays son de otro planeta. Sinceramente, no creo. Son personas normales como cualquiera otra, donde los gustos personales nunca deben encorsetarse en un segmento de consumo. Cada uno tiene los suyos, y por el mero hecho de ser gay (no está escrito en ningún estudio médico-científico) que deben tener gustos diferentes a los que no lo son.
El vino es universal. Pongo en duda que éste debe destinarse a algún tipo de cultura, religión o sexo. Es, por contra, un alimento, una fuente de inspiración intelectual y un irrenunciable placer en la mesa, tanto para el hombre como para la mujer, sean del signo que sean.
Yo apuesto, como muy bien apuntaba Pablo Álvarez, por que desparezcan de una vez por todas las tonterías en el mundo del vino.
Y, ésta, es una más.
"Heurigen, violines, vinos y mujeres"
Viena disfruta de la única D.O. vinícola del mundo situada en su misma ciudad
La capital austriaca, Viena, tiene arropada a si misma a la única denominación de origen del mundo en vinos. Sus viñas están pegadas junto a las viviendas. Conviven con ellas. Y le dan personalidad urbanística a los vinos que se elaboran en sus inmediaciones. Esta denominación de origen Viena da lugar a una singularidad gastronómica-vinícola-festiva. Se trata de los "heurigen".
Los "heurigen" son tabernas típicas que se han convertido en sinónimo de lo mejor de la ciudad austriaca: hospitalidad, ambiente acogedor y alegría de vivir. Todo mezclado con un poco de melancolía, buena comida casera y vinos refrescantes.
La palabra "heurigen" significa vino jóven y establecimiento donde lo sirven. En principio la palabra "heurigen" está asociada al nombre de la finca vinícola que sirve el vino propio. En la mayoría de los casos se trata de una casa con viñedos detrás, que se identifica a través de unas ramas que cuelgan sobre la entrada anunciando la existencia de vino joven. En el patio así como también en el interior hay mesas y bancos de madera sobre cuyas superficies ásperas posan las jarras de vino blanco.
Una de las normas por las cuales se rigen los "heurigen" es que nunca se sirve café ni tan sólo cerveza. El vino es el único líquido que está presente en las mesas. El cliente, después de tomar unos vinos, tiene la oportunidad de pedir pan y mantequilla o palillos salados (saletti) y la sabrosa crema de queso fresco Liptauer. Sí el apetito aprieta, el cliente puede acudir al bufete, que ofrece todo tipo de carnes, ensaladas, verduras y otras debilidades gastronómicas.
Vino y canciones
Los "haurigen" y la música están entrelazados de varias maneras. En un cuadro antiguo aparece Franz Schbert sentado con amigos en Grinzing, donde, según la leyenda, se inspiró para escribir algunos de sus mejores "lieder", entre ellos, "El tilo" (Lindenbaum). Beethoven residió en varios sitios en lo que en aquel entonces eran suburbios de Viena, y que hace tiempo han sido incorporados a la ciudad. Muchas de las casas que escogió en su inquietante búsqueda de un hogar permanente estaban situadas cerca de viñedos y por lo tanto, de "heurigen".
En Heiligenstadt compuso su famoso "Testamento" y la casa en la plaza junto a la iglesia de Heiligenstadt, donde escribió la mayor parte de la Eroica, se ha convertido hoy en un "heurigen" famoso, conocido como Mayer am Pfarrplatz. Johann Strauss (hijo) compuso su primer vals "Primeros pensamientos" (Erste Gedanken) en Salmannsdorf, un pueblo de viticultores, que ha conservado su carácter rural hasta el día de hoy.
Más de un "heurigen" ha inspirado a compositores, pero la mayoría de estas tabernas, las más "originales", no tenían música. Había una época, en la que se rumoreaba que el viticultor que tuviera músicos en un "heurigen" estaba intentando distraer la atención de sus clientes para que no examinaran la calidad de un vino.
En la actualidad, no es así, y por el contrario los vinos que elaboran los "heurigen" están muy logrados. Estos vinos blancos están fermentados con temperatura controlada, y el perfíl de cata denota unas excelencias olfativas frescas, jóvenes y afrutadas.
Los hermanos Schrammel
Con el paso del tiempo, la música se ha convertido en una parte importante de los "heurigen", solicitada cada vez más con el ascenso a la popularidad de los hermanos Schrammel. Estos formaban un cuarteto y tocaban música folclórica con violines, un clarinete y una guitarra, y más tarde, esta, sustituida por un acordeón. Poco a poco se convirtieron en una institución en la mayoría de los "heurigen", demostrando la creencia vienesa que "el vino, las mujeres y las canciones son inseparables y hacen que valga la pena vivir".
Pero a las numerosas canciones de “heurigen” alabando las virtudes vienesas, supuestamente únicas, se unieron lamentos para que estos placeres mundanos inevitablemente llegarían a su fin. La idea de que seguirá habiendo vino en la tierra, aunque el cantante se haya ido para siempre, inspiró una de las canciones más emotivas vienesas: "Es wird a Wein sein und wir wer'n nimma sein" (seguirá habiendo vino y nosotros ya no estaremos aquí). Por supuesto, existirá algún consuelo incluso después de la muerte, pues otras canciones prometían un cielo lleno de violines, vino, mujeres y felicidad.
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