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Cena con los "carabinieri" como invitados especiales
Enric Ribera Gabandé
Una cena que se perfilaba discreta y apetecible en el restaurante milanés Da Cracco a base de trufa blanca acabó como el rosario de la Aurora. La causa que ha motivado este desaguisado ha sido la factura final a pagar que ascendía a la cantidad 4.140 euros. La invitación al ágape de seis comensales hace unos meses en un lujoso establecimiento por parte de un destacado ejecutivo, compuesto de trufa blanca rallada sobre "tagliolini", un tipo de pasta, y sobre huevos a la sartén, acompañado por el menú clásico de Da Cracco, a 150 euros por persona, un aperitivo previo de 20 euros y dos botellas de vino de entre 150 y 180 euros cada una, tuvo un final inesperado y bochornoso al que tuvieron que intervenir los "carabinieri" antes que clientes y dueños llegaran a las manos.
La cena marchó con toda normalidad hasta justo el momento que el camarero les presentó la nota de la cena. El ejecutivo, al no dar crédito a lo que veía, exclamó: "Perdone, pero creo que ha habido un error". La nota contemplaba los diferentes conceptos por los que estaba estructura ésta. Solo la trufa blanca rallada ascendía a 3.270 euros, porque, según el propietario del restaurante, había usado 300 gramos del oro blanco a un precio de 10,9 euros el gramo.
El ejecutivo trató de que le hicieran un descuento, ya que alegó que la trufa no había sido pesada. Por su parte, el restaurador propuso rebajarle la cena en 700 euros, cosa que no fue aceptado por el ejecutivo. Dos días después, el comensal envió a Da Cracco 2.000 euros, importe que consideró razonable a tenor de otras facturas precedentes y con platos similares. En esta ocasión, fue el propietario el que actuó, presentando una denuncia ante la policia italiana porque consideró arbitraria e incongruente la rebaja.
El gerente del restaurante de Milán, Carlos Cracco, entre tanto esperaba el desenlace, se despacho a gusto: "Las personas civilizadas pagan lo que compran. Hay quien es capaz de pagar 7.000 euros por una botella de buen vino, y este señor no ha pagado lo que ha consumido".
Hablando de civilización, no se sí es de personas civilizadas el no poner en antecedentes al comensal del alto costo de la trufa blanca rallada antes de ser degustada.
El tema, tal como se ha desarrollado, se puede situar entre el pabellón de la picaresca y de la ignorancia.
¿Quién tiene la razón?
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