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José Andrés: "Sharapova solo ha pedido un autógrafo, el mío"
Es el español más influyente de EEUU. Empezó como embajador de la tapa en Washington y hoy asesora a los Obama y todo Hollywood pasa por su The Bazaar Ha entrado en la lista del Hombre del Año de la revista ‘GQ’ y le acaban de nominar para el premio al Mejor Cocinero de América (el James Beard). José Ramón Andrés (Mieres, 1969), criado en Catalunya, educado en El Bulli de Ferran Adrià y consagrado en EEUU, tiene siete restaurantes en Washington –el primero fue Jaleo–, y uno en Beverly Hills, The Bazaar, donde abrevan las estrellas. El chef ha animado el congreso BCN Vanguardia, que acaba hoy en Alimentaria.
–¿Antes showman que cocinero?
–(Ríe) De chico estuve en un grupo de teatro de Santa Coloma de Cervelló, el Montpedrós, y eso me ayudó a perder el miedo a la vida. Ser extrovertido siempre me ha traído cosas buenas.
–Y con ese talante asegura que la cocina debe ser entretenimiento.
–La cocina es arte pero también entretenimiento. El Minibar, en Washington, donde hoy solo doy de comer a seis personas –aunque pronto daré a 16– es un sitio muy teatral.
–¿Eso sedujo a Clinton? Le señaló como uno de los grandes cocineros de Norteamérica.
–Le di de comer al redactor de sus discursos, supongo que se lo puso en un papel y él lo soltó... Puestos, me halaga más que un indigente me dé las gracias por haberle dado una clase en DC Central Kitchen [el comedor social que impulsa].
–Volvamos al poder. ¿Comen mejor los demócratas o los republicanos?
–Mmm. Digamos que los republicanos son más de filete y los demócratas, de sushi y ensalada.
–¿Los Obama cumplen el requisito?
–Cuidan la dieta, sí. Y les gusta la comida mexicana –en Chicago frecuentaban el restaurante de mi amigo Rick Bayless–. Michelle ha venido varias veces a mi Oyamel. Es una mujer abierta. Ha montado su pequeño huerto y ha inaugurado un mercado orgánico cerca de la Casa Blanca. Su campaña Let’s Move contra la obesidad infantil puede que sea una de las mayores contribuciones que haya hecho la mujer de un presidente en EEUU y en el mundo entero.
–Usted les asesora.
–Entre otros. El año pasado, por Pascua, estuve en la Casa Blanca dando unas clases de cocina en el jardín. Me encantaría que los jardines de la Moncloa y la Zarzuela se abrieran de la misma forma.
–Por otra parte, todo Hollywood peregrina a su The Bazaar.
–The Bazaar ha sido un punto y aparte. Algo que va más allá de lo culinario... La tenista Maria Sharapova me dijo que la única persona a la que le había pedido un autógrafo en su vida era a mí... ¡Son cosas que solo suceden en América!
–¿A qué estrella prefiere alimentar?
–A Sharon Stone. Le encanta comer bien. ¡Es genial! Y a Salma Hayek, que es muy exquisita. También me complace dar de comer a Pau [Gasol], porque me hace sentir que formo parte de los Lakers.
–Y mientras, el americano medio le sigue por la tele.
–Millones de americanos saben qué es España a través de la serie culinaria Made in Spain, de la cadena PBS. Es una de las cosas de las que estoy más orgulloso... He sido embajador de la tapa y sigo empeñado en que la cocina española explote en el mundo, pero ahora, a los 40 años, empiezo a ver qué quiero hacer.
–Haga usted un resumen.
–Cocinar para el 0,1% de la población es bonito, sí, pero necesito contribuir a dar respuesta al otro 99,9%. ¡Es increíble que en nuestro mundo haya hambre y obesidad a la vez! En abril me voy a Haití con dos amigos maravillosos y 10 cocinas solares a enseñar a la gente a utilizarlas.
–¿Mala conciencia?
–Yo vivo de dar de comer a los ricos e influyentes, pero me empieza a agobiar un poco la existencia de la desigualdad... Y conste que soy muy capitalista, ¿eh? Pero tendríamos que ser mucho más consecuentes con la forma de administrar la riqueza. Creo que las grandes gestas tienen que empezar con pequeños gestos. Aunque en este territorio me siento como un Leonardo da Vinci sin preparación...
–En la cocina es tecnoemocional.
–En la cocina converso con el producto.
–Cada día da menos charla a la carne y más a la verdura.
–Lo que pasa es que prefiero comer 50 gramos de la mejor carne del mundo a 200 de mala calidad. Y para que sea mejor hay que producir menos. Y si hubiera menos, todos le daríamos más valor y haríamos pagar un menor impuesto al medioambiente. ¡Hoy ingerimos las mismas calorías que hace 100 años, cuando trabajábamos en la mina!
–Consciente y creativo.
–Lo que me mueve es lo creativo, buscar lo que no se sabe, como dice mi maestro Ferran [Adrià].
–Y pensar que su historia empezó tras una discusión tonta con él...
–Yo creo que Ferran lo tenía planteado. Sabía que yo debía irme a EEUU... Olvídese de sus enseñanzas culinarias. ¡Su grandeza es su generosidad! Algo que ha contagiado a todos, excepto a algún impresentable...
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