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Una cena de campiña francesa
Enric Ribera Gabandé Stephan Delaux, presidente de la Oficina de Turismo de Burdeos, me preguntó de camino hacia el restaurante donde debíamos cenar aquélla noche del mes de marzo en la capital de Aquitania, ¿conoce La Tupina? Dije, tan sólo sé que es uno de los lugares predilectos del ex presidente de la República francesa, Jacques Chirac. ¡Usted, señor Ribera, está muy bien informado!, me respondió. La verdad es que no dispongo de más información sobre el tema en cuestión. Después pensé, hombre, uno en este campo de la restauración y la hostelería después de 32 años de dar vueltas a derecha e izquierda por el planeta, ya conoce algunas de las sendas de la buena cocina mundial. Le contesté, no he tenido la suerte de haber visitado el restaurante de Jean-Pierre Xiradakis, pero intuyo que por el envidiado libro de honor con qué cuenta, donde han estampado su firma, entre otros al margen de Chirac, el ex primer ministro de Inglaterra John Major, debe ser un lugar singular, quizás, único. Respuesta afirmativa, dijo Delaux.
Traspasado el umbral, el primer impacto es el de un lugar que nos conduce a la campiña francesa, sin ser lo, ya que está ubicado muy cerca de la iglesia de Saint-Michel et Sainte Croix, pegado al río Garona a su paso por Burdeos, o me recuerda a lo mejor una masía típica catalana o de campo. Sí. Tiene una ambientación rústica, con todos los elementos de preparación de la comida a la vista de los comensales, con fuegos de leña, con ollas y cazuelas de barro y utensilios rudimentarios empleados en las viejas casas de payés de las ancestrales villas de algunas comunidades rurales españolas.
Mientras me tomaba un breve tiempo en fotografiar los rincones más bellos de La Tupina, los actores de la cocina iban preparando a la vista de los comensales en la parrilla de leña, chuletones de buey de la zona de Aubrac, filetes de pato de la Gascuña y pinchos de carnes. Entre tanto, las cazuelas y tupinas destilaban un olor que obsequiaban a los diferentes comedores, fruto de una cocción que se denotaba lenta a través del xup-xup. Carnes de ganso, piezas de caza, aves de corral, carnes de cordero y cerdo…todos los delicados aromas se fundían en el ambiente haciendo difícil elegir un menú a priori, ya que la fusión y mezcolanza de los perfumes culinarios que traspasaban los sentidos alimentarios del comensal no permitían escoger fácilmente uno en concreto.
Al final, a lo clásico, elegí una ensalada, en este caso, de la Aquitania con menudillos del pato y servida a temperatura templada, y un buen corte de carne de cordero de primera calidad, con mucho sabor, preparada en las mágicas brasas de leña de viña. Para beber, nada mejor que un vino tinto del Medoc, ya que estábamos en la tierra por excelencia de los vinos rojos, tal como llaman los franceses a este segmento de caldo.
Una vez nos habíamos despedido de Jean-Perre Xiradakis, el presidente de la Oficina de Turismo de Burdeos, me volvió hacer una pregunta, ¿qué le ha parecido La Tupina”. ¡Excelente!. Respondí. Aunque tengo que confesarle que a priori era un gran ignorante del restaurante, ni tan sólo sabía que era uno de los lugares predilectos de Jacques Chirac ¿y…cómo lo supo?, preguntó. Su distinguida y amable secretaría me lo había dicho al oído antes de salir del despacho.
Señor Ribera, me reafirmo en lo dicho, ¡usted está muy bien informado! Incluso, sabe confesar a las secretarias.
Restaurante La Tupina
6 rue Port de la Monnaie
33000 Burdeos
Tel. 00 33 5 56 91 56 37
www.latupina.com
E.mail: riberaenric@telefonica.net
www.rutasviajeras.com
www.lacuinadecatalunya.cat
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