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Cena con Richard Warners en Venecia
Enric Ribera Gabandé  Era mucha la ilusión que tenía por visitar Venecia. La verdad es que no me ha defraudado, sino todo lo contrario. Me ha emocionado mucho, muchísimo la ciudad de los canales, la ciudad de las góndolas y gondoleros, de las barcas y de los ríos (a los 260 canales que la articulan, los nativos los llaman ríos), de los sueños y de las ilusiones. Venecia solo existe una, ninguna más; es bella, romántica, para disfrutarla y recordarla siempre.
La ilusión que tenía no se me desvaneció nunca. Fue “in crescendo” cada día que pasaba en ella, entre sus aguas, no olvidando en ningún momento la importancia e histórica que concentra esta. Venecia no tiene calles. Sus articulaciones viarias son el agua. Sus medios de transporte son barcas, vaporettos y góndolas. Sus gentes viven pendientes en otoño y durante algún día de primavera de las previsiones de la Marina. La subida de la marea llega a sobrepasar los 85 centimetros sobre el nivel del mar en la bella plaza de san Marcos, el punto más bajo de toda la ciudad, e inundarse. Un hecho que dificilmente se produce en otro lugar del mundo, para bien o para mal.
De la espectacular articulación de sus calles fluviales, de los 500 palacios venecianos existentes que llevaron a la ciudad italiana del Véneto a ser considerada durante el siglo de Oro (XVI) como la capital económica más poderosa de Europa, se enamoraron importantes personajes de la cultura, la pintura y la música como el insigne compositor, director de orquesta, poeta, dramaturgo y teórico músico alemán, Wilhelm Richard Warners. Justo donde Warners estuvo alojado durante casi un año junto a su familia, tuve el privilegio de cenar el día de mi sesenta aniversario en el actual Casino de Venecia. Otro aliciente para no olvidar.
Venecia, haciendo ostentación de la importancia que llegó a tener y la afluencia de nobles que pululaban en la sociedad (casi todo el mundo pertenecía a la nobleza) llegó a contar con una importante cantidad de casinos. Incluso la familia Sagredo tenía instalado en su palacio de la ribera Brenta, uno de uso particular para su familia y amigos. Por cierto, el primer casino de juego del mundo se instituyó en el año 1638 cerca de la actual plaza de san Marcos, donde actualmente se encuentra el Hotel Mónaco Canal Grande.
Está muy claro el tema, Venecia ha sido y es diferente. Los hechos lo demuestran a las claras.
E.mail: riberaenric@telefonica.net
www.rutasviajeras.com
www.lacuinadecatalunya.cat
Fotos: Pilar Rius
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